Corpus y clasificación
El proyecto
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El corpus conservado, fruto del trabajo de recolección, suma una ingente cantidad de temas y versiones. De algunas se conservan los audios, que han sido tratados digitalmente, grabaciones realizadas entre 1979 y 2007: un total de 1.875 registros. De ellos 1.170 son romances, 325 pertenecen al cancionero y 380, al repertorio infantil. Pero las versiones acompañadas de audio representan solo una pequeña parte del material conservado en los archivos. A la espera de sumar nuevas versiones aún no incluidas, en el cómputo actual, solo de romances tradicionales y vulgares tradicionalizados se guardan cerca de 4.000 versiones de 125 temas distintos; se han registrado, además,175 temas de romances de cordel. En cuanto al cancionero, hablamos de 1.166 versiones de canciones líricas (627) y coplas (789) pertenecientes a 1.020 temas gaditanos líricos orales distintos. Del repertorio infantil se han consignado hasta ahora 402 temas con 938 versiones. Hemos distinguido, según se indica, tres grandes categorías textuales: el Romancero, el Cancionero y el Repertorio Infantil, diferenciado este por la naturaleza de sus usuarios y su función. |
ROMANCERO. Incluimos en esta categoría distintos tipos de textos, de muy diversa procedencia y, a veces, de difícil delimitación: a) Romances Patrimoniales, los venerables Romances Viejos (de origen medieval o áureo); b) Romances vulgares tradicionalizados, baladas nacidas en tiempos más recientes pero que se han adaptado a la poética del estilo tradicional y viven en variantes, al oírlos no podemos distinguirlos de los anteriores. Ambas categorías (a y b) configuran el romancero tradicional, es decir, son narraciones en verso (con rima asonante) de temas diversos que poseen una estructura abierta y cuyos mensajes se hallan codificados por un lenguaje y una gramática que los singularizan frente a otros productos literarios. Y c) Romances de cordel o de ciego. Con una temática truculenta o lacrimógena, su poética queda alejada de la de los anteriores, en tanto que carecen de una estructura abierta, no viven en variantes, los cantores se limitan a repetirlos miméticamente, solo con leves alteraciones léxicas en algunos casos. Los romances los hemos clasificado en virtud de los tipos temáticos: Carolingios y Caballerescos; De sucesos históricos; De amor y desamor; Sobre la ruptura de la familia; Sobre la reafirmación de la familia; Religiosos; Eróticos, Jocosos y Burlescos; De las guerras españolas; Cautivos y presos; Crímenes; Muerte de toreros; Bandoleros; Abandonos / Reencuentros; Casos y sucesos; Milagros y apariciones; Cartas y De varios asuntos. CANCIONERO. Si entre los estudiosos del Romancero, género más «fijo» por su estructura narrativa y su extensión, reelaborado en cada repetición, pero esencialmente el mismo desde hace seis siglos, se sigue debatiendo sobre el problema de la clasificación, la lírica, por su naturaleza migratoria y esquiva se escapa de todos los moldes en que querríamos encerrarla, desbordando cualquier tipo de taxonomía rígida. Partiendo de sus grandes estructuras, dividimos el corpus en dos grandes apartados: a) Coplas. Entendemos por Copla el complejo temático formal que tiene el carácter de unidad poética mínima. Estrofa que se canta de forma autónoma, con independencia del metro, que puede ser una cuarteta octosílaba –el más usual–, una seguidilla, una quintilla, etc. Y b) Canciones. Con el término Canción designamos aquellos textos que están constituidos por una serie de estrofas o coplas enlazadas por una melodía. Reunimos en este apartado tanto las canciones líricas como algunas narrativas. Distinguimos distintos apartados temáticos: Nanas, De sabiduría popular, Fiestas y bailes; Columpio; Canto a la tierra; Cariño y penas filiales; Oficios y ocupaciones; Religiosas; Navidad y De aguinaldo. El REPERTORIO INFANTIL. Se trata de un conjunto heterogéneo, que incluye tanto los temas de estilo tradicional documentados ya en los siglos XVI-XVIII, como los de la tradición moderna que han adoptado los procedimientos del estilo tradicional. Dividimos el corpus textual infantil en dos grandes apartados: Retahílas y Canciones: a) Retahílas. Bajo tal denominación pueden agruparse, bien múltiples formas móviles, cambiantes de letras, cantarcillos, rimas, juegos, dichos, fórmulas o patrañas, invariablemente adaptadas a la escena del juego, a menudo de difícil interpretación lógica, que componen un repertorio heterogéneo pero identificable con otras ramas de la cultura popular europea, o bien textos construidos sobre estructuras seriadas. Son, así, textos articulados en un esquema enumerativo, encadenado o acumulativo, frecuentemente en versificación irregular, que responden a un recurso muy característico de la poética infantil: la ampliación de un núcleo temático en una serie inacabable de repeticiones. Y b) Canciones. Se caracterizan por la incorporación de una narratividad que, aunque sea mínima, dota a los textos de un significado simbólico, y los aleja de la lógica disparatada o del simple juego fónico que caracteriza a la retahíla. En coherencia, en esta parte del corpus localizamos muchos casos de adaptación al ámbito infantil de un tema del cancionero tradicional adulto. Las canciones de corro, por un lado, y las de comba y columpio, monopolizan por completo las canciones infantiles, cuyos textos a veces pueden ser indistintamente aplicados a uno o a otro juego. Aunque el repertorio comprende, de forma minoritaria, algunos romances, solo incluimos aquí aquellos temas que en su recreación actual se adscriben exclusivamente al ámbito infantil, hasta el punto de presentar una clara indefinición genérica, por la propia particularidad de su habitual función: el juego en colectividad. |