Pongan atención, señores, lo que le vamo(s)n a explicar el caso de una señora y un cumplido militar. En la estación de Alicante se ha subido un militar en un coche de segunda que para su casa va. Al ir a tomar asiento el joven quedó mirando a una señora tan guapa que lleva a un niño en los brazos. La señora le pregunta: —¿Es qué va usted con permiso?— Y el muchacho le contesta: —No, señora, voy cumplido.— La señora la pregunta y le dice muy risueña: —Si no tiene inconveniente me quiere usted dar las señas. —Señora, soy de Almadén, me llamo José Jiménez, vivo en la calle mayor, número cuarenta y nueve.— La muchacha se levanta le dice con mucha gracia: —Me quiere coger al niño mientras bajo a beber agua.— Pasaron cuatro estaciones, la señora no volvió y el militar con el niño: —Ahora que voy a hacer yo.— Se queda mirando al niño, dice: —No viene tu madre.— Ve que en la mano derecha lleva colgada una llave. Le coge la llave al niño, coge y abre la maleta y dentro de unos papeles llevaba cien mil pesetas; y en los papeles decía: —Procura al niño criarlo y si no tienes bastante lo publica(s) en el diario.— Al llegar a la estación, donde todos lo esperaban, al verlo con aquel niño su madre le preguntaba. La novia se aproximó diciéndole estas palabras: —¿Ese niño de quién es?, tú me tienes engañada.— Y de la estación al pueblo le dice lo que le pasa, cómo le dieron el niño y el dinero que llevaba. Preparan para la boda deseguida se casaron y se llevaron al niño con biberón lo criaron. Cuando el niño es mayorcito lo meten en un taller a que aprendiera de chofer que eran los deseos de él. Cuando ya tiene el oficio, él se marchó a Barcelona y se colocó de chofer con una noble señora Ya lleva bastante tiempo sirviendo en aquella casa y le hacía muchos regalos por lo bien que se portaba. Hasta que un día la señora lo ha llamado a su despacho. —Perdona mi atrevimiento y escucha lo que te hablo: si te casaras conmigo, como yo no tengo a nadie, todito mi capital sería para ti y tus padres.— Y el muchacho le contesta con profundo sentimiento: —Porque yo no tengo a nadie su petición la acepto. Aunque en edad no igualamos, y perdone que hable así, quiero pagarles con algo lo que ello(s) hicieron por mí, porque mi madre me dejó, porque era una madre mala, pero a mi me dejó dinero para que a mí me criaran. —Hijo de mi corazón, yo no fui una madre mala para eso dejé dinero para que a ti te criaran; y a los que a ti te han criado quiero pedirles perdón y también darles las gracias por ese grande favor. Ya se te acabó el trabajo, el tormento y la fatiga, de nada te faltará mientras tu madre te viva.
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